Friday

Larkin entrevistado

Philip Larkin, escritor famoso y bibliotecario titular de Brynmor Jones, era más bien renuente a conceder entrevistas, pero cuando lo hacía, respondía como un profesional (habilidad muy inglesa hasta donde tengo entendido). Dos ejemplos, ambos tomados de la Paris Review:

Periodista: "¿Y qué hay de viajar? ¿No le gustaría visitar, digamos, China?"
Larkin: "No me importaría viajar a China si pudiera estar de vuelta ese mismo día..."

Periodista: "¿Es Jorge Luis Borges el único otro poeta de peso que también es bibliotecario? ¿Sabe de algún otro?"
Larkin: "¿Quién es Jorge Luis Borges?"

Por cierto, no estoy seguro de que mi uso de comillas haya sido muy atinado.

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Thursday

A Roma

Hace falta ser bastante iluso para creer que todos los caminos conducen a Roma y que, en consecuencia, cualquier camino, en particular el “camino propio”, es el adecuado. En realidad este bonito lugar común no es más que una hábil treta del Diablo (¿si no qué?) para sembrar confusión en la humanidad desorientada. Que yo sepa, un camino nunca ha dejado de ser el trayecto más directo o el mejor señalado o el menos pantanoso o, en cualquier caso, el que efectivamente permite llegar a destino. Así que pongámonos serios: es un hecho que no todos los caminos conducen a Roma; los hay que llevan al Paraguay a Checoslovaquia y hasta a la isla de Madagascar. Por otra parte, nadie puede negar la existencia de callejones sin salida, con todo y basureros de latón, donde los gatos se juntan a conversar. No vale la pena referirse a los laberintos, meras creaciones de la literatura. Para que quede claro: a Roma no se llega como sea, lo normal es llegar en avión, en tren o en algún medio de transporte convencional.
Detestaría ponerme metafórico y plantear que si hay algo seguro es que todos los caminos conducen a la tumba; la verdad, como de costumbre, es prosaica: si no sabes interpretar mapas o si no tienes plata para comprar la guía Michelin, lo que te espera es perderte y llegar a dónde la suerte encamine tu andar. Se podría sostener que perderse a la buena de dios no deja de tener sus encantos, pero seamos justos y reconozcamos que tal forma de transitar, por encantadora que sea, deja pocas opciones al viajero que pretende, digamos, visitar la Piazza del popolo. Así las cosas, parece que lo más prudente sería quedarse bien quieto en casa y olvidarse del famoso viaje a Roma de una buena vez y, solo en caso de no poder contener el ímpetu de desplazamiento, merodear lo justo y necesario por lugares conocidos o reconocibles como la Línea 5 del Metro, el negocio de los peruanos de la esquina, Tahiti, el puente de Brooklyn, el puente de O´Conell, Ushuaia, Picadilly Circus, Cartagena, Tréveris, Parque Bustamante, Bucarest, dos o tres bares de Santa Isabel, la Quinta Normal, la librería Shakespeare & Co, la rivera norte del Mapocho, Moscú,Tánger, el Barrio Brasil, Trelew, el paradero 20 de Gran Avenida, Praga, Chiloé, Chicago o Avenida Providencia esquina Román Díaz. Para lo demás siempre estará internet.

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Friday

No llevar audífonos

¿Porqué no llevar audífonos en los viajes? Pues, por ejemplo, para oír lo que una chica con un pajaril aire a Audrey Hepburn, dijo a su robusto acompañante, quien tras azolar sin tregua las viandas durante el tramo terrestre, se encaminaba a la cafetería del ferry en pos de un hot dog. Decía que por haber tomado la feliz determinación de no volver a llevar audífonos en los viajes -ni leer, pero eso es harina de otro costal- escuché a la guapa mitad de una dispareja exclamar, como quien suelta un colibrí: "¡Eres un engullón!".

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