Monday

Grasa

Con mi tía y mi primo hablábamos de hamburguesas y salió el tema de la grasa. La conversación, como suele pasar, fue a parar a un estéril pingpong dialéctico madre-hijo. Por pura voluntad de síntesis comenté que toda la grasa tiene sus pros y sus contras, sus etiquetas de advertencia de alto en grasas y sus light en letras etéreas. Nada original; la sobremesa no está diseñada para la originalidad, más vale entenderla como la continuación de la digestión por otros medios. Pero me quedé con la grasa pegada a las paredes de la mente, como una idea persistente. La grasa tiene mejor prensa por fuera que por dentro. Me explico; la crema humectante o el aceite aromático son grasa en el fondo y a todo el mundo les gustan, mientras que nadie reivindicaría la grasa en torno a la cintura o el hígado. Además, la grasa se ocupa como metáfora. Una frase llena de adjetivos y adverbios, dicen algunos, es una frase alta en grasas saturadas, que amenazan con infiltrar corazón del texto, su músculo, representado por verbos y sustantivos. Como toda metáfora, si se la mira bien, uno le comienza a ver las arrugas: ¿y los huesos qué serían? ¿Acaso no hay sustantivos y verbos adiposos desde un punto de vista semántico? ¿Qué son entonces palabras como libertad, luna o amar? Pero lo cierto es que la metáfora está ahí, tan cierta como el aire que respiro y la mañana se levanta, así que mejor pasamos a otro tema. Pienso en una expresión que detesto: pequeños placeres. La detesto por su falsa humildad, porque en el fondo postula tácitamente una jerarquía del deseo; si tomar un helado de limón una tarde de verano o tener tiempo para hacer carreras con un perro bajo la lluvia son pequeños placeres, ¿cuáles serían los grandes placeres? No creo que exista consenso sobre los grandes placeres más allá del sexo. Para pensar en otros placeres mayúsculos haría falta sobreargumentarse a uno mismo. ¿El dinero? Es muy grato tenerlo, pero es un medio, no un fin. ¿La fama? Bueno, un reconocimiento cualitativamente selecto pude que sea más agradable que la aclamación de multitudes sin rostro. ¿El amor? ¿Acaso se habla de amor aún? Esto de los grandes placeres me hace pensar en una expresión que usan los franceses para referirse a las secuelas tras un descomunal orgasmo. Le dicen petite mort. Pequeña muerte. Y a su vez, la pequeña muerte me hizo pensar en una expresión gringa: small talk. Conversación chica o algo así. Encuentro una definición que me encantó: a polite conversation about unimportant things.

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