Friday

El desconocido y Fernando Riera

Con los años he ido formando un respetable fondo de recortes de diario, boletos de bus, entradas de estadio, miniaturas de plástico, etiquetas llamativas, postales, fotos viejas, notas sueltas, dibujos, envases de caramelos y otros cachureos por el estilo. No soy metódico: simplemente los archivo en una caja de zapatos cuando recuerdo hacerlo. De allí proviene esta foto del célebre entrenador Fernando Riera. Creo que resulta difícil no fijar la vista a la izquierda, sobre aquel ceñudo desconocido que contrasta abiertamente con Riera, de expresión tan blanda y anonadada como la del perro Droopy. Sin ningún motivo racional, asocio esta misteriosa foto con la maldición que pesa sobre el Benfica: como se sabe, en 1962, tras ganarle la Copa Europea a Real Madrid, el entrenador Béla Guttmann se dispuso a cobrarles la palabra a los directivos del club portugués, es decir, a exigir su premio. Le contestaron algo así como que a las palabras se las lleva el viento. Entonces Guttmann les lanzó su maldición austro-húngara: Benfica no volvería a ser campeón de Europa en los próximos cien años. La temporada siguiente Riera, flamante entrenador de Benfica, perdía en la final del certamen continental ante el Milan, lo que bien visto, lo convierte en la primera víctima de la maldición de Béla Guttman. Desde aquella oportunidad Benfica no ha parado de perder finales.

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Wednesday

La conversada

Hay algo medio cohibido y gracioso en las conversaciones que improvisamos sobre los tópicos de toda la vida: la familia, la salud, el trabajo, el tiempo y algún otro. Payo Grondona e Isabel Parra lo supieron plasmar lo más bien en esta canción conversada:

-Muy buenas, ¿cómo está usted?
-Muy buenas, aquí estamos, ¿y usted?
-Lo más bien, gracias, ¿y usted?
-Nada, todo siempre igual, pues.
 (...)
-¿Cómo están por su casa?
-Ahí están, pues, lo más bien.
-Todos bien, qué bien. Me alegro pues. 
-¿Y cómo están por su casa?
-Ahí están, pues, lo más bien. 
-Me alegro pues, sí, y se le ve mejor.
-Sí, pues, la buena salud, sí, pues, aquí estoy
-Sigue usted para allá. Vamos no más.
(...)
-¿Qué me cuenta del trabajo?
-Nada, sigo en lo mismo.
-Y del tiempo, ¿qué me dice?
-Que es raro, cierto que es raro. 
-¿Qué me dijo del trabajo?
-Bueno, aquí la dejo, encantado de verla.
 Que le vaya muy bien, y hasta otra vez. 
-Bueno, aquí lo dejo, encantada de verlo.
 Hasta otra vez, sí, saludos por casa.
-Igualmente, gracias, hasta luego, pues. 
-Nos vemos otra vez, hasta lueguito, pues. 
-Adiós.

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