Thursday

Aura

Leo un artículo sobre Ted Hughes, inglés, poeta laureado de los ochentas y, me entero, gran aficionado a los "escarceos con mujeres de una sola noche, o de dos, desmayadas ante ese aura vampírica, el temperamento sexual que le hacía tan encantador."
Imagino que un poeta al que lo precede la fama de mujeriego y tiranizador de sus parejas -dos de las cuales, las hermosas Sylvia Plath y Assia Wevill, acabaron suicidándose con el gas del horno- proporcionaría material de sobra para uno de aquellos estudios, tan en boga por nuestros días, sobre género y literatura. En lo que a a mi respecta, debo admitir que mis investigaciones de género van por cauces harto más modestos. La verdad es que no soy ningún purista, pero en cierta forma me incomoda la expresión "ese aura".
Entiendo que la policía del lenguaje dictamina que, pese a ser aura un sustantivo de género femenino, se debe anteponer el artículo masculino "el" para así evitar que se lea "la aura": sonaría demasiado parecido a Laura Ingalls, Laura Palmer o a Laurel y Hardy.
Hasta aquí todo perfecto, pero pienso que una cosa es escribir "el aura", "un aura" y hasta "ningún aura" y otra, "ese aura" o "estos auras", notorios abusos del pronombre masculino. Si dijera "esa aura", otra vez en femenino, se evitaría la extrañeza.
Ahora bien, dando por concluido el capítulo gramatical, ¿estaría muy bizantino si me pusiera a especular el porqué palabras como aura, alma o agua se asocian a lo femenino mientras ratón, botón y camión a lo masculino? ¿En qué clase de oscura metafísica de las vocales estamos metidos?  Creo que no ahondaré más no porque me parezca un tema baldío, si no simplemente porque, como diría Bartleby, prefería no hacerlo. Quedémonos con que Ted Hughes fue un poeta bastante mal aureado que, como otros, insistía en escribir versos sobre cuervos.

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