polilladas
Siempre he dormido con las ventanas abiertas (como Benjamin Franklin, quien suponía que ello le sentaba bien para los bronquios, y muy por el contrario, junto a su gusto por salir de paseo en las noches de tormenta, acabó por matarlo de neumonía) pero estoy pensando en reconsiderar dicho hábito luego de que anoche se colara una polilla de proporciones colosales en mi dormitorio, interrumpiendo violentamente mis sueños con sus frenéticos y bulliciosos sobrevuelos circulares. Lo peor de todo es que los escrúpulos me impidieron dejarla como estampilla en la pared de un librazo (en rigor nabokovazo) y en cambio traté de persuadirla empleando lenguaje de señas de que saliese por la ventana por las buenas, tarea que me causó un serio desvelo por la gran idiotez del animalillo. Deseé saber hablar en políllico, como Gandalf en El señor de los anillos (Ver: http://www.youtube.com/watch?v=tnidHtNzK-0), para entenderme con el insecto en forma más civilizada y aprovechar además de enviar con ella, siguiendo el ejemplo del mago gris, mis recuerdos a una chica entomóloga que conocí el otro día pero no intercambiamos teléfonos. Me quedé dormido bien entrada la madrugada tarareando Polly de Nirvana y me desperté al poco rato en un ojeroso y lamentable estado.