Escribir libros
El arte de la fuga, como el cometa Halley, es brillante y se hace esperar. En promedio, Ossip, su autor, ha actualizado el blog una vez por año desde el 2011. Con lucidez envidiable explica: "Es que si trabajo me alieno". La elegante lentitud de Ossip contrasta con la sobreproducción de entradas en blogs como el mio. Me avergüenzo, claro, pero etcétera. Tomé prestada la forma de sus fugas por vampirismos que, espero, parezcan disculpables.
Uno. "Querido papá:

Me entero de que estás por ir a París. Comparto contigo la alegría que debes sentir al visitar la capital, que tanto me gustaría conocer y a la que con tanto gusto iría en tu compañía. Comprendo que mis trabajos escolares hacen imposible este viaje, pero aprovecho la ocasión para preguntarte si te sería posible comprarme allí uno o dos libros. Los que tengo los sé ya de memoria. Elíjeme los que quieras. Pero sin embargo, si no te es molesto, preferiría la Henriada, de Federico María Arouet de Voltaire, y la Nueva Heloísa, de Juan Jacobo Rousseau. Si me los traes (en París los libros son muy baratos) te juro que el maestro no podría pillármelos nunca.
Respuesta del señor Lepic.
Querido Pelo de Zanahoria:
Los escritores de los que me hablas eran hombres como tú y como yo. Lo que ellos han hecho, puedes hacerlo tú. Escribe libros y serás el primero en leerlos." (Pelo de Zanahoria de Jules Renard)
Dos. "De todos los modos de adquirir libros, escribirlos uno mismo es considerado el método más digno de alabanza. En este punto muchos de ustedes recordarán con placer la inmensa biblioteca que Wuz, el pobre maestro de escuela de Jean Paul, adquirió gradualmente al escribir, él mismo, todos los trabajos cuyos títulos en catálogos de ferias de libros le resultaran interesantes; después de todo, él no tenía los medios para comprarlos." (Desempaco mi biblioteca de Walter Benjamin)
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