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El corazón es un cazador solitario

Conrad Richter sigue siendo un completo desconocido para mi lo que, bien visto, no quiere decir prácticamente nada pues, ¿qué consecuencia literaria podría desprenderse del que yo ignore la vida y obra de determinado autor? En fin, el caso es que, husmeando en la feria de las pulgas de Portugal, encontré una edición catalana bastante primorosa de la novela La ciudad de este señor Richter, como decía, tan ajeno a mi limitada cultura general. La portada está ilustrada con un pequeño poblado; se trata del típico paisaje ligeramente fauvista, con iglesia, barquitos en el río y torres de agua perdiéndose en el horizonte, todo muy colorido, claro está. En la solapa, junto con alabar los méritos literarios de la obra ("su narración fuerte y dura cuando el tema lo requiere, está siempre aureolada de poesía"), se menciona que ha sido galardonada con el premio Pulitzer. ¡Vaya!, conque un Pulitzer, pienso. Siempre he creído que para formarse una idea del libro que se tiene en frente, más que centrarse en el palmarés del autor, resulta útil revisar qué otros títulos componen la colección, así uno se hace una vista panorámica del asunto y además aprende mucho y pospone un poco la lectura, lo que suele constituir un verdadero alivio. Y bien, puesto a indagar la contratapa descubro entre una veintena de otros escritores norteamericanos de los que jamás oí hablar a John Steimbeck, a la infaltable Pearl S. Buck y a William Faulkner (cuyo apellido, por un error de impresión, quedó "Faulknes"). La conclusión más o menos obvia sería que debo tener entre manos algo emparentado con la literatura de Sherwood Anderson, John Dos Pasos y hasta pudiera ser que con la buena de Carson McCullers, es decir, una historia más bien tristona, por la que transitan personajes entusiastas y nada excepcionales a los que de pronto les fallan los nervios. A éstas alturas, si no estoy  investigando en la red solo me resta leer o no leer de una buena vez la novelita en cuestión. Como no me decido a comenzar por el principio tan de buenas a primeras, abro el libro en cualquier parte y leo: " (...) Aquello era en Crazy Creek, y no muy lejos de allí pude seguir las huellas del castor zángano. ¿Sabe lo que es un castor zángano? Pues uno a quien sus compañeros echan porque no quiere trabajar. Este castor había hecho un agujero en la orilla y allí vivía solo. Únicamente cortaba los árboles indispensables para alimentarse. No tenía casa ni hembra porque los otros no se lo permitían. Yo tenía lástima de aquel viejo ladino y no lo quería matar, pero es fácil que otro cualquiera lo haya hecho. Era como un solterón, como un pobre anacoreta. Nos hicimos amigos y no sé lo que fué de él al abandonar esta tierra. Yo viví en ella mientras pertenecía solo a Dios". Luego de pensar un buen rato en castores solitarios y esas cosas, decido que la historia trata en gran medida de  cazadores con gorra de piel de mapache. Entonces cierro el libro.

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