Tuesday

Joyce fotografiado

Joyce era un supersticioso redomado que lejos de conformarse con poner una papa como amuleto en el bolsillo de su héroe, el señor Bloom, tenía la extravagancia de creer, como cuenta su tenaz editora Sylvia Beach y contra el popular prejuicio, que los gatos negros traían la mejor de las suertes.
Me parece un rasgo muy de supersticiosos lo de la reticencia a dejarse fotografiar, por ello no me extrañó leer en mi periódico habitual del domingo sobre una cesión fotográfica para la que posó Joyce, de mala gana y bastante ciego a esas alturas, en la que tras darse un cabezazo contra un mueble, le gritó a la famosa retratista de escritores Guisèle Freund: "¡Sus malditas fotos serán mi muerte!". A la vuelta de la desafortunada sesión, el taxi de Freund chocó resultando bastante contusas ella y su cámara. Lejos de marcar el 911, la fotógrafa telefoneó de inmediato Joyce para echarle en cara la maldición proferida y, a modo de reparación, al escritor no le quedó otra que volver a decir cheese.
Queda claro que Joyce era un tremendo cenizo; sin ir más lejos, al poco rato de ponerme a escribir sobre él, la gotera que había hecho reparar ha comenzado a chorrear rítmicamente. Si no fuera por que también soy un poco supersticioso, habría abierto el paraguas en el acto. En fin, creo que Freund nunca perdonó del todo a Joyce y su mala lengua, si no no se explica el que lo inmortalizara comiéndose las uñas.

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2 Comments:

Blogger Marisoup said...

Genial! Aunque tendremos que comenzar a preguntarnos si el problema eran las fotos o Joice, para entender mejor el fenómeno de tu gotera...

26 June 2012 at 20:28  
Blogger Beauséant said...

pues según te estaba leyendo el ventilador de mi portátil ha empezado a bufar.. joder, será mejor no sacar conclusiones :)

15 July 2012 at 11:46  

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