Tuesday

Pernil

Lo pasé bien leyendo Crónica de Dalkey, novela del irlandés Flann O'Brien publicada en español por Nórdica Libros. El libro aborda algunos temas centrales en la literatura de los últimos decenios como los amores difíciles, la relación entre el whiskey y las máquinas del tiempo y la errática sombra de escritor James Joyce. Claro que las reseñas nunca han sido lo mío; me interesa más bien compartir un pasaje clave en la estructura de la obra y que da pie a una grosera y encantadora errata.
Resumiendo el hilo argumental, digamos que Joyce, al que los periódicos habían dado por muerto hacía años, en realidad vive en la clandestinidad en un discreto balneario irlandés. Nos enteramos además de que ha perdido el juicio y decidido convertirse en cura jesuita para deshacer el -en su opinión- artificioso misterio de la Santísima Trinidad. Al efecto, se entrevista con un representante de la Compañía de Jesús para ser admitido en la orden. El padre en cuestión, sin entender claramente las intensiones del autor del Ulysses, vislumbra de buena fe la posibilidad de emplearlo en zurcir la ropa interior de los curas pues, explica, esta se haya en un estado de abandono generalizado dada la severa norma que les impide cohabitar con mujeres, mucho menos exhibir ante ellas sus prendas intimas. Hasta aquí no hay problemas. El caso es que el eclesiástico le asegura a Joyce que el Rector estará de acuerdo con su incorporación pues se preocupa mucho de, página 279, "(...) la
¡Qué sospecha más curiosa!¡Pernil de un jefe nada menos!
Ahora, no es que la anunciada nota 86 irradie claridad precisamente; en ella sólo se alcanza a leer: "Grandes almacenes. (N. de T.)".
Queda bien zanjado que Todd Burns era un símil irlandés de Johnson o La Polar, pero no se explica por ningún lado lo que pueda querer decir "pernil de un jefe". Es de suponer que a los de la editorial sencillamente se les pasó y en su lugar debió haber sido impresa la expresión "perfil de un jefe", burdo concepto que, si no me equivoco, proviene de la psicología laboral y nada tiene que ver con la apasionante anatomía del chancho.
Mañana a primera hora escribiré a Nórdica felicitándolos por su atinado descuido.

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