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La gran novela americana

Leo The great american novel de Phillip Roth titulada, en mi traducción de Lucrecia M. Sáenz, La caída de los ídolos (¿?). Según me informo en la red, la traductora, cuyo apellido correspondiente a la inicial M. es Moreno, en otras oportunidades ha tomando distancia de la tradición española, traduciendo The case of the angel's trumpet de Richard Burt en forma menos liberal como El caso de las tompetas celestiales o Knight's Gambit de Faulkner como Gambito de caballo (jugada que, por si no lo saben, implica el sacrificio de un caballo en el ajedrés).  
La novela trata de béisbol, deporte al que respeto y creo entender a grandes rasgos y, me entero, es considerada una obra menor de Roth, prácticamente una humorada en opinión de sus críticos más autorizados. 
Hasta aquí todo en orden, pero no podría dejar pasar sin comentarios un defecto de traducción tan substancial como el que sigue: 
"El general (...) explicaba que si la distancia entre las bases llegaba a acortarse en una sola pulgada, bien valdría la pena cambiar el nombre del juego, pues con eso se alteraba fundamentalmente la relación existente entre el diamante "tal como siempre lo conocimos" y el esfuerzo físico y la destreza requeridos para jugar en un campo de tales dimensiones. (...) Las calles están llenas de gente con ideas alocadas, que sólo quieren ganar un dólar, que sólo quieren confundir al público, que sólo quieren cambiar el mundo porque no les gusta tal como es. Yo les digo solamente que veinticinco metros es la distancia entre las bases desde hace cien años, y en lo que de mi depende, guardarán esa distancia por los siglos de los siglos".  
La  errata es de proporciones: como se sabrá, los estadounidenses, sobre todo los que aman el béisbol, suelen medir las distancias en pies, yardas y millas. 
Para estos efectos basta con anotar que un pie equivale a 0,3 metros. Ahora bien, de acuerdo a las Reglas y Reglamentos, la distancia entre cada base debe ser de 90 pies, es decir, 27,4 metros,  no "veinticinco" como propone la traductora de Roth, ofendiendo gravemente así la confianza del lector ajeno al sistema anglosajón de unidades y al propio espíritu de la novela, que hace un marcado énfasis en la precisión y ortodoxia de las medidas del campo.    
Para terminar deseo acotar que siempre es agradable leer novelas mal criticadas, prescindibles, de autores que pueden considerarse eternos candidatos al Nobel, en traducciones infames y que además tienen la ventaja de costar mil pesos en los cajones de libros usados del Terminal Sur, suma que, de acuerdo al tipo de cambio vigente, representa un poquito más de un dólar con cincuenta. 

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