Friday

Un bar perfecto

De adolescente quería vivir en un edificio fantasmal y fumar melancólicamente acodado en la ventana. Esto, mal que mal, lo conseguí. Lo que no logré, aunque creo que nadie de mi generación lo hizo, fue convertirme en parroquiano de un bar perfecto. Pese a mantenerme convenientemente alejado de cuánto sucucho patrimonial o café literario se me cruzara por delante, fracasé. Una vez estuve apunto de conseguirlo pero, como se dice, el desengaño ensució la nieve. Nunca pude pedir al barman lo de siempre; nunca escribí una nota desesperada en la barra y, por seguro, ninguna chica en minifalda ha entrado sola a ningún café y, tras a encender un cigarrillo tras otro sin hacer caso apenas a su gin tonic, se ha largado conmigo hacia ningún titilante anuncio de neón azul con la o de la palabra hotel apagada. Nunca ningún wurlitzer de mi ciudad tocará La balada del café triste. Habrá que conformarse con Elvis que es bastante bueno pero con él solo no alcanza. Jamás Canción mixteca, jamás Harry Dean Stanton y su mirada vidriosa. Cuanto mucho McCormick, el viejo proyeccionista de la Empresa Nacional del Petroleo, apestando a diablos dormido a mi lado. Esta vida es como una película sin editar a la que le faltan las mejores escenas. En la ciudad china de Hangzhou han aprobado una ley que prohíbe escupir en lugares públicos. El mundo se cae a pedazos.

Labels: , ,

0 Comments:

Post a Comment

Subscribe to Post Comments [Atom]

<< Home