Tuesday

Smoky en Santiago


Con ocasión del fin de año lectivo, mi hermano Smoky anduvo de visita por acá e intentamos perder el tiempo juntos como en mis mejores años de vagancia.  Entre mates, cervezas y cigarrillos, nos despachamos la mayor parte de esas famosas ocho horas diarias de las que uno, oscuro funcionario público, dispone para ir al cine, emborracharse o simplemente echar un polvo. Y así nos pasamos semanas, charlando sin apuro, sobre cualquier cosa, sobre geopolítica, la Premier League o asuntos estrictamente familiares, en definitiva, desplegando nuestras respectivas visiones de mundo por las que desde niños hemos sentido mutua simpatía.
Una tarde nos embarcamos en la cruenta labor de ponerle un collar con placa al gato Joaquín, para quién tal tipo de intromisiones representan un agravio imperdonable y, desde luego, merecedor del filo de sus garras.
-Excelente placa -comentó Smoky, que resultó considerablemente arañado tras la operación.
-Tiene grabados su nombre y teléfono. Por si vuelve a las andadas -acoté.
-¿Donde las graban? -preguntó.
-En la calle. Glenda descubrió a unos jipis que lo hacen por un  precio razonable -respondí.
-¡Ah! Veo que pudo encontrarles una utilidad -observó y se puso a reír por lo bajo con su característico temblor de hombros.
Se le extrañará.      

Labels: ,

2 Comments:

Blogger C. B. said...

Echo de menos un hermano. O un gato al menos.

27 January 2016 at 09:52  
Blogger M. said...

Creo que te entiendo; puede que me haya pasado algo parecido con los hijos y los peces dorados que nunca he tenido.

1 February 2016 at 15:30  

Post a Comment

Subscribe to Post Comments [Atom]

<< Home