Tuesday

Escoba

La escoba de mi casa apenas barre ya. Imagino que cuando la compramos funcionaba con la regularidad de cualquier escoba nueva, es decir, barría perfectamente bien. Sin embargo no tenemos intensiones de darle de baja por el momento pues, como es sabido, siempre existen en un hogar necesidades más imperiosas a las que atender y actividades más importantes que deshacerse de los trastos viejos. Además -acuso en mi un incipiente mal de Diógenes- le he tomado afecto; simpatizo con lo invisible y mi vieja escoba tiene precisamente la virtud de barrer en forma invisible. Las migas de pan, las pelusas grises o el recibo de las compras hecho una la bolita de papel se quedan más o menos en el mismo lugar donde estaban tras completar la operación de barrido. De cualquier forma no puedo evitar tener un pensamiento triste: los buenos comienzos quizás sean lo único realmente bueno que tengamos. Tal vez (tal vez no) fuera Chejov quien apuntó que se empieza un cuento con gran entusiasmo y seguridad pero, promediando la trama, se va cediendo a la desesperación y, en la mayoría de los casos, se alcanza al final de cualquier manera, a tropezones por ejemplo. En las carreras de fondo, en el fútbol y, como no, en la vida suele pasar otro tanto: todo conspira para que a medio camino, como en las escobas, el desgaste se haga manifiesto. Por suerte soy fan de la invisibilidad, de las escobas que no barren y de todo tipo de trastos fantasmales, de otra manera contaría como carne de cañón para la desesperación y me vería expuesto a la nostalgia infinita de los comienzos perdidos como barcos en el horizonte, en especial cuando son tan buenos como el de aquel poema marinero de Pessoa: "Tu silencio es una nave con todas las velas pandas (...)".  

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2 Comments:

Blogger Glo said...

Pero... ¡Todas estas entradas tan buenas y simpáticas están sin comentar!; sin acariciar con una palabra de ánimo... será, como decía el bueno de Seferis, que no tenemos tiempo...

27 October 2015 at 14:06  
Blogger M. said...

Oh, gracias Glo; la verdad es que a ratos me siento como el padre Mackenzie, el de la canción de los Beatles, que zurcía medias y escribía sermones que nadie oiría. Que te haga buen tiempo.

29 October 2015 at 13:14  

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