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Coincidencias musicales

Creo que fue Paul Auster quien postuló que, como la música, a veces la vida rima y que de ahí las coincidencias. Pero bueno, musicales o no, convengamos que las coincidencias suelen llamar vivamente la atención y se le prenden a uno, digamos, como melodías pegajosas. Sin ir más lejos, hace unos días venía yo de vuelta a casa en un bus casi vacío, desprovisto de lecturas y música en los audífonos según mi costumbre, avocado más bien a pensar en mis asuntos y espiar a mis conciudadanos. En dicha oportunidad le daba vueltas a una de aquellas reflexiones bastante peregrinas que me ocupan en el transporte público: ¿la esparcida costumbre adolescente de leer a los maestros rusos dejará extrañas secuelas en los adultos que luego serán? Hacía un tiempo la Paztilla me había contado que en cierta ocasión una vieja compañera de estudios suya, presa de algo así como un furor romántico, había descolgado un retrato de Elvis de la pared del pub donde confraternizaban y se había puesto a besarlo con fervor -tal y como una nerviosa Vera Petrovna haría con el ícono de algún santo en una novela rusa- recuerdo haber pensado sentado en mi incómodo asiento junto a la ventana en el que viajaba. En este género de reflexiones andaba cuando una voz  de barítono bebido -¿vodka acaso?- quebró súbitamente el monótono traqueteo del bus con un: "it's now or never / como hold me tight..." y así continuó dándole vueltas en circulo a la canción por lo menos hasta que tuve que bajarme en mi parada. Caminé a casa sopesando lo ocurrido: el tipo podría haber cantado perfectamente algo de Roy Orbison o, sin ir más lejos, de los Ángeles Negros, pero prefirió justamente a Elvis Presley, quien una vez, acosado por la fama, salió con aquella frase tan poco rusa ortodoxa de: "la imagen es una cosa y el ser humano otra".

P.S.: En la estación los Leones de la Línea Uno del Metro -que es la que queda más cerca de mi domicilio- figura el siguiente relato de Ernesto Guzmán, ganador del concurso "Santiago en cien palabras" edición 2006: 

"Habría observado con detención a las personas salir humeantes de la boca del metro. Habría atravesado estupefacto La Moneda bajo la lluvia. Pensativo, le habría comprado una sopaipilla a un perro hambriento cerca del Santa Lucía. Habría cruzado alegremente calles inundadas con niños corriendo a su lado. Le habría levantado el puño a los agresivos e invasores automóviles. Habría probado el mejor navegado en La Piojera con unos amigos. Habría llorado y reído, sentado en un banco, esperando micro, entumido mirando gente, y habría esperado la nieve, en vano. A Fedor Dostoievsky le habría gustado Santiago en invierno."

PP.SS.: En la calle Los Leones número 666 hay un condominio llamado "Los Ángeles".  Cuando paso por ahí pienso invariablemente en el Apocalipsis.

PPP.SSS.: En el equipo Santiago Wanderers de Valparaíso juega el nobel defensa Franz Shultz, quien fuera de su correctas coberturas y entrega mostrada en el campo de juego, posee el mismo nombre de Kafka y además, de no ser por una letra te de sobra, el mismo apellido de Bruno Shulz, a quien también llaman "el Kafka polaco". 

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2 Comments:

Blogger Jordi said...

Las coincidencias no existen. Son restos de oscuros complots cuyos fines jamás comprenderíamos. Coincida conmigo en eso.

12 March 2013 at 03:52  
Blogger C. B. said...

Voy a coincidir yo, si no les importa.

12 March 2013 at 09:23  

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