Sunday

cosas que pasan

Después de algo así como una década de diáspora vuelvo a vivir en mi lluviosa ciudad natal (la de los primeros cigarrillos, las primeras lecturas, los primeros amores), donde para variar, llueve sin prisa. El ambiente es tan familiar que no puede dejar de resultarme completamente extraño. Una de las cosas que me traía olvidada de acá es la dificultad para conseguir locomoción después de cierta hora: los taxis suelen transitar a toda velocidad sin hacerme el menor caso, y tampoco es que pongan mucho de si para no salpicarme el agua turbia de los charcos. Los colectivos en cambio sencillamente brillan por su ausencia. En tales circunstancias no queda mucho más que esperar parado en una esquina o hacer a pie el camino a casa, es decir, empaparse invariablemente, pero en lugar de decidir, me quedé viendo con resentimiento a un jodido wolkswagen blanco que pasaba moviendo frenéticamente sus limpiaparabrisas hasta perderse en una curva. Recordé entonces la frase favorita de mi abúlico hermano menor, a quien acababa de dejar bajo techo en la grata compañía de la televisión de trasnoche y murmuré entre dientes, con el blues de un hombre mojado hasta los calcetines, a propósito de nada en particular, qué-se-yo, de las nubes, de los amores perdidos o del wolkswagen blanco: "son cosas que pasan".

Por más que lo pienso no se me ocurre un título más ridículo que "Jazzuela" para la banda sonora de Rayuela, pero en fin, con Uds. Mr. Jelly Roll Morton:



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