Wednesday

mas sobre teléfonos (chau Tabucchi)

Las llamadas telefónicas, ni que decirlo, me parecen de lo peor. Están aquellas atropelladas y sumarias que persiguen mezquinos fines prácticos (tomar una hora para el dentista, hacer saber al morador de una abúlica casa, que parece no inmutarse mientras te empapas en la vereda, que estás ahí esperando a que te deje entrar, preguntar a la secretaria de un tipo sin rostro cuando puedes pasar por tu cheque, etc.) o diplomáticos (desear feliz año nuevo a una tía abuela que vive a tres mil kilómetros donde pasaste las últimas vacaciones de invierno, invitar un café a algún viejo conocido de una ciudad donde no tienes otros, etc.). Pero la perversidad de la telefonía muestra su cara más feroz en la desesperación del que telefonea al ser querido y se pasa media hora hilvanando sentimentalismos con silencios, atropelladas frases con islotes monosílabos, sin dejar de sentir en todo momento la monstruosa certeza del gran despropósito que encierra su llamada, ya que lo que más anhela no es ni por asomo hablar, si no estar del otro lado de la linea. Dicho lo anterior a nadie extrañará que quedara tan prendado de Ms. Plum una noche en la que, tras ser instada repetidas veces por un grupo de chicas a realizar una llamada para preguntarle no se qué a no se quién, se excusó de hacerlo afirmando seriamente que ella no sabía hablar por teléfono. Y más vale no perder de vista el riesgo del malentendido, tan consubstancial a la telefonía, que como sentenció Kafka, "será nuestra perdición". No me caen muy bien los teléfonos, pero sin duda me he dejado llevar por el encanto de la exageración, así que para matizar viene a cuento aquel juego del teléfono roto, que juega con la deformación del mensaje original, y que es capaz de arrancar no pocas carcajadas a los jugadores. Como sea, es innegable que la actividad telefónica tiene sus extrañezas y sutilezas, como en estas líneas de Antonio Tabucchi, autor al que agradezco más de un buen rato y que falleció hace pocos días:

"Pereira, la otra vez te tuteaba, no sé porqué sigo ahora tratándote de usted. Como a usted le parezca señor director, respondió Pereira, quizás sea a causa de teléfono." (Sostiene Pereira)



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