Friday

macaroni & cheese


Diría que cuanto menos el 26, 4 % de mi bagaje cultural proviene de la televisión y el cine yanquis de finales del siglo XX, por lo que a nadie debería extrañar que me haya sentido profundamente emocionado el otro día cuando en la sección de ofertas importadas del supermercado encontré cajas y cajas de macaroni & cheese en forma de dinosaurios promocionados por Garfield quien aparecía en el anverso disfrazado de cavernícola exclamando la extrañísima frase:


Dinosaurs are delicious!


Mi desmedido entusiasmo por aquella comida pop, sumado al hecho de que el precio era una ganga confabularon para que saliera con sendas bolsas plásticas repletas de cajas de macarrones con queso. El menú de la cena de aquel día no resultará un misterio desde luego.


Debo hacer hincapié en que pese a seguir escrupulosamente las instrucciones del reverso del envase, lo que apareció al destapar la olla solo podría describirse como un grumoso licuado amarillo apestoso a cheddar sintético, que en aquel momento parecía muy dispuesto a saltarme a la cara como en la película Alien el 8º pasajero.


No soy ningún cobarde, así que probé una cucharada de los infames macarrones y para mi sorpresa, no sabían tan horrible como creí, lo que me dejó algo mas conforme al regalarle mi cena al perro de la vecina, ya que pensé que mi despensa atiborrada de cajas de macarrones con queso constituía un buen aprovisionamiento en caso de fin del mundo.





Creo que seguiré escuchando a Primus de ves en cuando y navegando los mares de queso junto a los ricos, fáciles y conocidos caracoquesos chilenos, dejándome pellizcar de buena gana la nariz por los fríos vientos de la conformidad.


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