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por poquita plata

Decir que Ulises de Joyce es enorme y complicado es una cosa difícil de discutir. En caso de un sismo o de un ataque de ira de algún lector psicópata, solo por señalar dos eventos de muy probable ocurrencia, encontrarse en la trayectoria de impacto de ésta obra podría llegar a ser muy desagradable, doloroso e incluso, potencialmente letal. Pero Joyce también escribió un librito inofensivo. Cuenta Silvia Beach, su editora, amiga y prestamista:

"De tanto en tanto, Joyce escribía algún poema que supongo normalmente debía “tirar a la basura”. Afortunadamente separó algunos y en 1929 me trajo trece de ellos y me preguntó si quería encargarme de imprimirlos: una docena y uno más que tenían que venderse por un chelín, igual que las mercancías de aquella vieja que vendía manzanas en el puente sobre el Liffey. Joyce llamaba a esos poemas Pomes Penyeach. En su opinión, ése era su valor; y, por supuesto, “Pomes” era un juego de palabras sobre el vocablo francés Pommes. Quería que la portada fuese exactamente del mismo verde que el de aquella variedad de manzana llamada Calville…" (Shakespeare and Company, Thor, Barcelona, no me sé el año, pág. 197).



Para que estas manzanas se pudiesen vender a un penique, el impresor le entregó a Silvia Beach, en sus palabras “un lastimosamente pequeño panfleto de color verde que, más que nada, parecía el prospecto de un producto farmacéutico”. Notable Joyce poniendo las finanzas como un aspecto más la misma obra de arte. De los Pomes, el que más me gusta es uno en que el autor elogia la belleza de una chica que está recogiendo hojas de lechuga en el jardín, bajo la luz de la luna. Se llama Simples.

Hay una expresión inglesa bien simpática que se usa para interrogar a pensativos y distraídos, se les dice: “a penny for your thoughts”, entonces el soñador cambia sus mudos ensueños por un penique, haciendo de paso un mejor negocio que Joyce con sus trece Pomes Penyeach.

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